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De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), el perfeccionismo es una tendencia que implica:
“Mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”, mientras que compulsivo refiere a aquellas personas que tienen impulsos irresistibles sin llevar a la reflexión, pero ¿cómo saber cuándo se cruza de una línea a otra y si esto puede ser una desventaja en el ámbito laboral?
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Primero hay que entender que el (trastorno obsesivo compulsivo) TOC, es una condición psicológica en la que hay pensamientos o acciones repetitivas y que no pueden controlarse, ya que se hacen de forma impulsa y obsesiva de manera frecuente, lo cual hace que la persona no pueda evitarlos o controlarlos. Aunque esta compulsión puede parecer similar al perfeccionismo, tiene raíces en el control más que en la búsqueda de excelencia.
En cuanto a una persona perfeccionista, tiende a realizar actividades de una forma disciplinada, es exigente consigo misma, no puede estar satisfecha, no acepta fallas, es inflexible e impaciente, su personalidad hace que se autoimpongan estándares muy altos durante su búsqueda de la excelencia en las actividades que desempeñe.
A el perfeccionismo puede ser una ventaja o desventaja según a los dos tipos que se tenga, el adaptativo, al que se le atribuyen características de excelencia y autocrítica, y el desadaptativo, lleva a la incertidumbre de las propias habilidades, que a su vez puede dar origen al Síndrome del Impostor, ya que se establecen estándares casi imposibles de alcanzar.
¿Ambos como ventaja o desventaja?
1.- En trabajos que requieren precisión y alta atención al detalle (como auditorías, diseño, redacción técnica), el perfeccionismo puede ser clave para el éxito.
2.- El comportamiento compulsivo puede ser útil en tareas que requieren consistencia y repetición, como ciertos roles administrativos o en cadena de producción.
3.- En roles que requieren creatividad, flexibilidad o pensamiento innovador, el perfeccionismo y el comportamiento compulsivo pueden actuar como barreras, impidiendo la exploración de nuevas ideas o formas de hacer las cosas.
Ambas relaciones pueden llevar a problemas interpersonales, ya que la falta de flexibilidad puede hacer difícil trabajar en equipo o ajustarse a cambios organizacionales.
El equilibrio es la clave
El equilibrio es fundamental, en el perfeccionismo saludable, donde se busca la excelencia sin caer en la parálisis por análisis, puede ser un gran activo. De igual manera, un control sobre los impulsos compulsivos puede permitir una mejor gestión del tiempo y una mayor flexibilidad mental.
El desarrollo de la autoconciencia y el manejo del estrés son esenciales para convertir estos rasgos en herramientas útiles en el ámbito laboral.
Sin embargo, la reflexión clave es que no se trata de eliminar estos rasgos, sino de reconocerlos, aceptarlos y aprender a utilizarlos de manera consciente y productiva.
Cuando logramos este equilibrio, no solo potenciamos más nuestro rendimiento laboral, sino que también cultivamos un entorno donde el crecimiento personal y profesional pueden coexistir sin que uno comprometa al otro, es en ese balance donde encontramos la verdadera ventaja.